"Un libro abierto es un cerebro que habla; cerrado un amigo que espera; olvidado, un alma que perdona; destruido, un corazón que llora."

PROVERBIO HINDÚ

LA REINA DEL SUR, DE ARTURO PEREZ REVERTE

Teresa Mendoza nace en Culiacán, estado de Sinaloa, en la vertiente mexicana del Pacífico. Las calles de su ciudad natal son un hervidero de cambistas, narcos y policías corruptos dispuestos a matar a quien sea necesario para controlar el comercio de cocaína entre EE.UU. y Colombia. Las pequeñas avionetas de los narcos despegan cargadas de coca y aterrizan al otro lado de la frontera norte eludiendo la persecución de las autoridades norteamericanas. Los mariachis mexicanos cantan sus hazañas en “narcocorridos” mientras Teresa y el Güero Dávila, un piloto de aviación con demasiados secretos en una agenda y demasiado palique en la lengua, viven su historia de amor entre botellas de tequila, santos contrabandistas, narcocorridos y “pacas” de coca. Teresa es una chica de aspecto frágil, de infancia robada, de honor perdido, de mente ágil y de principios universales, grabados en su corazón con el fuego de las pistolas. El instinto de supervivencia no se estudia, te elige, como a Teresa, ella nunca quiso ser la reina de nada, por eso tal vez la escogió a ella, cuando una mañana mientras se depilaba las piernas sonó el teléfono, fue la señal de salida para su caza y captura, el Güero había muerto, por saltarse las normas e irse de la lengua, y en Culiacán nadie perdona a nadie, ella era tan culpable como él y su suerte estaba echada, eran las normas de los narcos, ahora ella iba a comenzar a correr, una nueva Teresa Mendoza iba huir acompañada de sus recuerdos y de los secretos de un México desgarrado por la corrupción y el narcotráfico. Pero Teresa viene de un mundo donde los hombres, cuando la muerte viene con una sonrisa a visitarles, devuelven la sonrisa. Huyendo de Culiacán con demasiados secretos su vida no vale nada, España es su destino vía Melilla, donde hace lo único que sabe hacer, administrar el dinero de un pequeño contrabandista gallego, Santiago Fisterra, dueño de una planeadora, que entre Melilla y la Península se dedica a burlar al servicio de vigilancia aduanera de la guardia civil, cargado de hachís y de un pasado que le persigue y que al final no logra esquivar una noche sin luna cerca del estrecho de Gibraltar. Puerto de Santa Maria y allí la teniente O’Neill de la burguesía andaluza; Valiente, dura, culta, pero incapaz de controlar su destino, introduce a Teresa en nuevos mundos de libros inmortales para después dirigirla hasta un cargamento de coca, perdido en una gruta de la costa de España, que la llevará a convertirse en la reina del Sur. En la reina de la coca de la costa del Sol. Teresa gana la vida y la pierden todos los que a su alrededor no comprenden que la coca no es un fin, ni siquiera es un medio, la coca solo es coca y vale lo que estés dispuesto a pagar por ella; Teresa sabe que nadie podrá pagar por ella, porque ella nunca se ha vendido, ella es libre, porque la coca no es la dueña de Teresa, sino Teresa es la dueña de la coca. Las noticias cruzan el atlántico y llegan hasta Don Epifanio Vargas, quien un día dejó escapar a una niña asustada, que ahora es una reina y conoce demasiados asuntos que podrían acabar con su imparable carrera política, el error que un día cometió en Culiacán, no se repetirá en Marbella. Pero Teresa ni está sola ni tiene miedo, tiene un asunto pendiente, el Güero, y cuando él sea vengado, pasará la última página de su historia navegando por los mares que un día fueron suyos.

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